domingo, 6 de febrero de 2011

Sacco y Vanzetti. Post Dido

                                                    
                                                                                                                                                                                                                            

Ferdinando Nicola Sacco (22 de abril de 1891 – 23 de agosto de 1927) yBartolomeo Vanzetti (11 de junio de 1888 – 23 de agosto de 1927) eran dos inmigrantes italianos, trabajadores y anarquistas, que fueron juzgados, sentenciados y ejecutados por electrocución el 23 de agosto de 1927 en Massachusetts por el robo a mano armada y asesinato de dos personas en 1920 en South Braintree, Massachusetts.
Su controvertido juicio atrajo una enorme atención internacional, con críticos acusando al fiscal y al Juez Webster Thayer de conducta impropia, y de permitir que sentimientos anti-italianos, anti-inmigrantes y anti-anarquistas predispusieran al jurado. Algunos prominentes americanos, tales como Felix Frankfurter y Upton Sinclair apoyaron públicamente a los comités ciudadanos de Sacco y Vanzetti en una oposición no exitosa al veredicto. Las ejecuciones de Sacco y Vanzetti generaron protestas masivas en Nueva York, Londres, Ámsterdam y Tokyo, huelgas a través de Sudamérica y disturbios en París, Ginebra, Alemania y Johannesburgo.
La culpabilidad real de Sacco y Vanzetti aún es fuente de controversia. Pruebas relevantes obtenidas después del juicio sugieren la inocencia y crea dudas acerca del proceso judicial. Estas incluyen pruebas modernas de balística en la supuesta arma homicida, revelaciones de pruebas mal manejadas, testimonios retractados, una confesión de asesinato de otro conocido asaltante de bancos y declaraciones de múltiples individuos implicados en el caso.


  A pesar de grandes protestas y huelgas en todo el mundo, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti fueron ejecutados en la silla eléctrica el 23 de agosto de 1927. La ejecución provocó disturbios en Londres y Alemania. La Embajada de los Estados Unidos en París fue rodeada por manifestantes y la fachada del Moulin Rouge fue dañada. Ambos Sacco y Vanzetti se negaron a recibir a un sacerdote pero se dirigieron tranquila y orgullosamente a sus muertes. Las palabras finales de Sacco fueron "Viva la anarquía!" y "Adiós, mia madre". Vanzetti, en sus últimos momentos, amablemente agradeció a los guardas con un apretón de manos por su amable trato, leyó una declaración proclamando su inocencia y finalmente dijo, "Deseo perdonar a algunas personas por lo que me están haciendo ahora a mi".




Sus compañeros galleanistas no tomaron la noticia de las ejecuciones con ecuanimidad. Uno o más seguidores de Galleani, especialmente Mario Buda, eran sospechosos de ser los perpetradores del infame y mortal atentado de Wall Street de 1920 después de que los dos hombres fueron inicialmente apresados. En el funeral de la calle Hanover, una corona anunciaba Aspettando l'ora di vendetta (Esperando la hora de la venganza). En 1921, una granada enviada al embajador estadounidense en París explotó, hiriendo a su valet. Otras bombas que fueron enviadas a las embajadas de Estados Unidos fueron interceptadas. En 1926, la casa de Samuel Johnson, el hermano del hombre que había llamado a la policía la noche del arresto de Sacco y Vanzetti (Simon Johnson), fue destruida por una bomba.
Siguiendo la sentencia de Sacco y Vanzetti en 1927, un paquete bomba dirigido al gobernador Fuller fue interceptado en la oficina postal de Boston. Tres meses más tarde, explotaron bombas en el metro de Nueva York, en una iglesia de Philadelphia y en el hogar del alcalde de Baltimore. Uno de los jurados en el juicio de Dedham perdió su casa en una explosión a la media noche. Menos de un año después de las ejecuciones, una bomba destruyó el frente del hogar del ejecutor Robert Elliott. Aún en 1932, el juez Thayer fue víctima de un intento de asesinato cuando su hogar fue destruido en una explosión. Después del atentado, Thayer vivió permanentemente en su club en Boston, protegido las 24 horas del día hasta su muerte.




Muchos historiadores, especialmente historiadores legales, han concluido que la persecución y juicio de Sacco y Vanzetti, así como sus consecuencias constituyeron un abierto desprecio por las libertades civiles y políticas, especialmente la decisión de Thayer de negar las apelaciones. El Juez Webster Thayer, quien presidió el caso, describió a los dos como "bastardos anarquistas"
Ambos hombres habían huido a México y cambiado sus nombres para evadir enlistarse en el ejército, requisito para solicitar la ciudadanía, un hecho usado contra ellos por el fiscal en su juicio por homicidio. Esta implicación de culpa por la comisión de actos no relacionados, es una de las críticas hechas contra el juicio. Aquellos que apoyan a Sacco y Vanzetti argumentarían más tarde que los hombres solamente habían escapado del país para evitar la persecución y registrarse en el ejército, mientras sus críticos dijeron que fue para evitar la detección y arresto por actividades militantes y de sedición en los Estados Unidos. Pero otros anarquistas que huyeron con ellos revelaron la razón probable en un libro de 1953:
Varios anarquistas italianos dejaron los Estados Unidos y fueron a México. Algunos han sugerido que lo hicieron por cobardía. Nada podría ser más falso. La idea de ir a México surgió en las mentes de varios camaradas que estaban alarmados por la idea de que, quedándose en los Estados Unidos, serían retenidos por la fuerza y no podrían regresar a Europa, donde la revolución que había iniciado en Rusia ese febrero prometía extenderse por todo el continente.
Algunos críticos sentían que las autoridades y los jurados estaban influenciados por un fuerte prejuicio anti-italiano y contra los inmigrantes presente en la sociedad contemporánea de la época, especialmente en Nueva Inglaterra. Moore comparó las oportunidades de un italiano para conseguir un juicio justo en Boston con las que tenía una persona de color en el sur estadounidense. Contra los cargos de racismo y prejuicio racial, otros señalan que ambos hombres eran conocidos miembros anarquistas de una organización militante, miembros de una organización que había llevado a cabo una campaña violenta de bombardeo e intentos de asesinato, actos condenados por la comunidad italo-americana y americanos de todos los orígenes raciales. Sin embargo también es cierto que sus creencias anarquistas también fueron utilizadas en su contra, violando la Primera Enmienda. De hecho no había ningún lazo conocido entre los anarquistas y los robos, algo que los expertos de la Oficina Federal de Investigación señalaron.




Otros creen que el gobierno estaba realmente juzgando a Sacco y a Vanzetti por los robos y asesinatos como una conveniente excusa para detener sus actividades militantes como Galleanistas, cuyas campañas de bombardeo en la época se presentaban como una amenaza letal, tanto para el gobierno y para muchos estadounidenses. Enfrentados con un grupo secreto cuyos miembros resistían la interrogación y creyeron en su causa, los oficiales federales y locales usando tácticas de aplicación de la ley convencionales, habían fracasado en sus esfuerzos para identificar a todos los miembros del grupo o recoger suficiente evidencia para un proceso.
Hoy, su caso es visto como uno de los primeros ejemplos del uso de protestas y movimientos masivos para tratar de liberar a las personas sentenciadas. El caso Sacco-Vanzetti también expuso las carencias tanto del sistema legal como del sistema de impartición de justicia para investigar y enjuiciar a miembros y posibles integrantes de sociedades secretas y grupos terroristas, y contribuyó a la organización de la recolección de información nacional y de los servicios de contra-inteligencia.
El 23 de agosto de 1977, exactamente cincuenta años después de su ejecución, el Gobernador de Massachusetts Michael Dukakis publicó una proclamación declarando que Sacco y Vanzetti habían sido tratados injustamente y que "cualquier desgracia debería ser removida de sus nombres". Sacco decía antes de su muerte, "Es verdad, de hecho, que pueden ejecutar el cuerpo, pero no pueden ejecutar la idea que está destinada a vivir".


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