En el sentido literal. Si eres un fanático de las emociones fuertes y ya estás harto de la vida quizá quieras darte un último viaje en la Euthanasia Coaster, la montaña rusa lituana diseñada por el artista e ingeniero Julijonas Urbonas para acabar con sus pasajeros.
Para los más morbosos sentimos informar de que el proceso no termina con un vagón en llamas estrellándose contra un muro de hormigón a 200 kilómetros por hora. La muerte se produce por hipoxia, o ausencia de oxígeno en el cerebro. Según Urbonas, una forma elegante y entretenida de morir…Pero no compren su boleto todavía: la atracción suicida es un proyecto que no tiene visos de construirse nunca.
El metálico ejecutor consiste en una caída desde 500 metros de altura, seguida de siete frenéticos loopings, que hacen que en menos del minuto que dura el recorrido la fuerza de la gravedad se multiplique sobre los desdichados ocupantes, de manera que su sangre pesa más y desciende camino hacia las extremidades, dejando al cerebro sin riego.
El mecanismo es muy similar a las pruebas de ‘centrífuga humana’ en la que los pilotos de combate simulan las duras condiciones de un pilotaje real. En esta prueba los aspirantes se colocan en el interior de un pequeño habitáculo y se les hace girar sobre un eje fijo. La velocidad provoca que la fuerza de la gravedad (que medimos en ‘Gs’) se multiplique hasta alcanzar valores de 6Gs o mayores, es decir, 6 veces la fuerza de la gravedad normal. Esta dura prueba pone al cuerpo humano al límite de su aguante, como podéis ver en el siguiente vídeo.
La Euthanasia Coaster somete a sus desdichadas víctimas a una presión cercana a los 10G durante un minuto, más tiempo del que cualquier aviador experto puede soportar. Julijonas Urbonas afirma que “gracias a las pruebas para piloto o astronauta, sabemos que cuando la sangre comienza a abandonar el cerebro, la gente experimenta una sensación de euforia”.
La euforia es el primer paso. Le siguen el aumento acumulativo del peso de las extremidades, sensación de mareo, pérdida de visión, de la conciencia y finalmente, la muerte.
El invento fue presentado a comienzo de este verano en la convención científica Human+, en Dublín, y por fortuna, se trata sólo de un prototipo.
En Inglaterra, país donde habitualmente reside Urbonas, la eutanasia es un acto ilegal penado con cárcel, aunque el debate para su instauración (como dentro de nuestras fronteras) es un tema candente. También en junio estalló la polémica cuando la cadena BBC emitió el documental ‘Choosing to die’, donde se filma la historia real de Peter Smedley, un rico hotelero de 71 años que decide terminar con su vida tras ser diagnosticado con un trastorno neuromotor incurable. Los momentos más duros de la grabación terminan con el suicidio voluntario de Smedley en brazos de su mujer, escenas que muchos tomaron como apología de la cadena en favor de la eutanasia.
A favor o en contra, seguro que los más amigos de la acción (y los fanáticos de los parques de atracciones) agradecerían poder elegir una forma más entretenida de marcharse que en una clínica médica.
Y quien dijo eutanasia también dice asesinato. Como sostiene Urbonas: “En el futuro, podríamos usar la montaña rusa para lidiar con problemas de superpoblación o simplemente si la vida se vuelve muy larga”. Esperemos que hable en broma.
fuente: lainformacion.com