viernes, 20 de enero de 2012

PLAYAS DE PELICULA.post ASG

PLAYAS QUE PARECEN IRREALES... PERO QUE EXISTEN

Victoria white2010

Playas salpicadas con extrañas rocas esféricas, playas de arenas increíblemente blancas, rosadas, multicolores. Playas donde cae una cascada, donde las rocas parecen esculpidas por algún artista, o donde las mareas terminan modelando rocas inverosímiles. Éste es un repaso de algunas de las playas más increíbles, aquellas que viendo imágenes, aún cuesta creer que existan:

1. Rocas esféricas en Koekohe beach en Nueva Zelanda

En nueva Zelanda, hay una playa salpicada con rocas esféricas que en función de nuestros parámetros paisajísticos, parecen fuera de lugar:

Mike GorenZelman MenashiSheila Thomson

Se conocen como los cantos rodados de Moeraki, en la playa de Koekohe, Nueva Zelanda. Parecen misteriosos huevos gigantes que no son más que el resultado de una erosión paciente a lo largo de millones de años, por parte de las olas y la arena sobre rocas con alto componente de calcita. Las rocas por supuesto, inspiraron numerosas leyendas, entre ellas maoríes. La atención sobre éstas formaciones, perdura aún hoy, porque de ello, no son piezas fáciles de encontrar en el planeta.

2. La Playa más blanca del mundo, en Australia (Hyams Beach)

Nigel

Jonas Smith

Figura en el libro Guinness como la playa de arena más blanca del mundo. Está situada en Nueva Gales del Sur, a dos horas y media de Sydney y se conoce como Hyams Beach.

3. Una playa con cascada, en California

The_tahoe_guyJ. Klinger

La cascada McWay, es sólo accesible a pie desde un sendero que llega a la playa, y quizás, más fácil de observar embarcado. El sitio, es poco accesible y visitado.

4. Isla La Digue, Islas Seychelles.dibaer

Camera Eye

white2010

En Seychelles, hay playas tropicales paradisíacas por demás bonitas, pero en la isla La Digue, las playas tienen la particularidad de que las rocas, erosionadas de un modo tan magistral, convierten al paisaje en una especie de obra de arte, una maravilla esculpida y combinada con tonalidades que van desde el turquesa del mar, a las arenas blancas y el verde intenso de la vegetación tropical. En la isla La Digue, encontraremos la playa más original del mundo, además de una de las más bellas.

5. Las playas karst de Krabi.RobertoDan Searle

Para muchos, Krabi es la provincia más bonita de Tailandia. La combinación de su montañas karst (calcáreas) erosionadas por miles de años por un mar turquesa y playas de ensueño son difíciles de superar.

6. Arenas rosadas en Tikehau.Poverarte

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El atolón Tikehau, de formato circular, es un paraíso submarino en su laguna interior, y está apenas explotado turísticamente, lo que se traduce como la oportunidad de encontrarnos con un paraíso intacto. La curiosidad, es que la arena de sus playas, tiene un matiz rosado que nos puede transportar a un paraíso perdido y en tonalidades fuera de lo convencional.

7. La playa de los delfines, Monkey Mia.

rggoldie

En Monkey Mía, una zona dentro de Shark Bay, Australia, una curiosidad sucede a diario desde hace cuatro décadas: delfines nariz de botella acuden a la costa acostumbrados a alimentarse por los humanos, un contacto único sólo producido en ésta parte del planeta. En la década de 1960, un pescador comenzó a alimentar a los delfines luego de regresar de una jornada de pesca. Lo que fue un simple hábito, con el tiempo se convirtió en un atractivo para turistas.

8. El paraíso intacto de Similan, en Tailandia

René Ehrhardt

Dachalan

Se conoce como el Mar de Andamán, pero en el área del archipiélago de las Islas Similan, enTailandia, bien podría llamarse simplemente como el mar esmeralda. Un viaje a las Islas Similan nos transporta a uno de los últimos paraísos sin intervenir por el hombre, además de uno de los mejores lugares de buceo de Tailandia y de todo el planeta.

9. La bahía de las mareas gigantes

McCaesar

Kid Cowboy

La Bahía de Fundy nace en Maine. Su “rutina de mareas” es intensa y drástica: dos veces por día el mar llega a llenar y vaciar 100 billones de toneladas de agua haciendo a sus mareas las más altas del mundo, alcanzando en algunas zonas 16 metros de altura. Una consecuencia podremos observarla también en el puerto que se queda sin agua. Es una de las maravillas naturales de Canada.

10. Una playa multicolor, en Australia (costa este)

NeilsPhotography

Neils Photography

11. La playa de las esferas en


California, Bowling Balls Beach.

Cody and Maureen

Cody and Maureen


En Mendocino, California, existe en la costa una playa que es un ejemplo notabla de rocas esféricas de concreción. A tres millas al sur de Point Arena, en la costa Sur de Mendocino, Bowling Ball Beach no necesita demasiada explicación por su nombre. Son cientos de rocas esféricas bastante uniformes en tamaño y forma visibles cuando la marea está baja.

12. Playa de las catedrales

La playa de las Catedrales -impresionantes acantilados de hasta 30 metros de alto- (As Catedrais en gallego) es el nombre de fantasía con que se suele llamar a la Praia de Augas Santas, ubicada en el municipio de Ribadeo, bañada por el mar Cantábrico.

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Ruggero Poggianella

Situada en el municipio de Ribadeo, en Galicia, la playa de las Catedrales (As Catedrais en gallego) debe su nombre a las impresionantes formas de sus acantilados, a modo de arbotantes de estilo gótico de más de 30 metros de altura, que conforman monumentales arcos sobre la arena y el mar erosionados por cientos de años.

A que a ti tampoco te importaria perderte por alguna de estas maravillas de la naturaleza? Quiza hasta tu tambien tengas alguna playa de pelicula que quieras compartir con nosotros...


Fuente: 101lugaresincreibles

EL NIÑO QUE SE CRIO CON AVESTRUCES.post ASG

DURANTE 14 AÑOS VIVIO COMO UN AVESTRUZ


Las historias y leyendas de niños que se crían con y como animales en la Naturaleza son comunes a todas las culturas rurales: el niño que se crió entre lobos en Sierra Morena o el que lo hizo con pumas en Chile, pero siempre tienen un rasgo en común: los animales que les adoptan son mamíferos. Por eso, el caso del niño que sobrevivió 15 años en el Sáhara protegido y alimentado por una manada de avestruces es extraordinario dentro de lo excepcional.

La odisea del niño avestruz empieza un día cualquiera a principios del siglo XX en una pequeña aldea rural del interior de lo que entonces era el Sáhara Occidental, el protectorado español en el noroeste de África. Su madre lleva las riendas de un camello en un paraje desértico en el sudeste del Sáhara Occidental, cerca de la frontera con Mauritania.

En un capazo de tela, junto al pecho, acarrea al pequeño Hadara, que aún no ha cumplido un año. De pronto, algo asusta al camello, que se zafa de la mujer y escapa corriendo. Consciente de que sin la bestia no podrán volver a la jaima, la mujer deposita al bebé entre unos matorrales.

Durante la persecución del camello se desencadena una tormenta de arena. Cuando la mujer regresa no hay rastro del niño ni de las huellas; ella ni siquiera reconoce el lugar donde dejó al pequeño Hadara. Tras varios días de búsqueda, ayudada por familiares y vecinos, desiste y dan por muerto al pequeño.

Entre tanto, el niño ha buscado cobijo en un nido de avestruces. Cuando la mamá avestruz vuelve a empollar los huevos encuentra a un extraño polluelo, con boca y dientes en lugar de pico y piel rosada en lugar de plumón, pero, por ese misterioso instinto maternal común al reino animal, el ave decide proteger al cachorro de humano.

¿Cómo pudo sobrevivir en un entorno tan hostil y en tan inaudita familia el bebé? Según el escritor saharaui Bahia Awah, “la mamá avestruz alimentó a Hadara con insectos, ranas y sandías del desierto, un fruto extraordinariamente amargo que los humanos somos incapaces de digerir”.

Para sobrevivir el niño adoptó los hábitos de vida de los avestruces y su sistema digestivo se adaptó al extraño régimen al que le sometió su madre adoptiva: “Los avestruces tragan pequeñas piedras que ayudan a digerir los alimentos que provee el desierto -prosigue Bahia-.

Un día, muchos años después, cuando Hadara se reincorporó al mundo de los humanos, los habitantes del pueblo colgaron al niño-avestruz de un pozo, y empezó a vomitar centenares de piedras que alojaba en su estómago”.

Durante 14 años el niño convivió con la manada de avestruces y acabó convirtiéndose en uno de ellos. Los pastores trashumantes del desierto hablaban de una extraña criatura cubierta de pelo que corría junto a las gigantescas aves corredoras. Nadie les creía, claro, tomándoles por fabuladores o tal vez alucinados por la embriagante soledad del desierto.

Pero lejos de fabular, los pastores estaban en lo cierto: aquel ser que corría como un avestruz, se movía como un avestruz y emitía sus mismos sonidos no era uno de ellos sino un joven humano. El rumor llegó a oídos de la familia de Hadara, que hacía lustros le había dado por muerto… salvo su madre, que enseguida supo que el niño-avestruz no era otro que su hijo.

Se organizó una batida. Durante semanas, los hombres del pueblo persiguieron a la manada hasta que un día tendieron una trampa: “Hay un período del día en el que todos los animales del desierto buscan cobijo en una sombra -relata Bahia, media vida en el desierto-.

Entre 12 de la mañana y 4 de la tarde si no encuentran un árbol, los camellos se sientan en fila, cada uno buscando la sombra de su vecino”. Los avestruces de Hadara tenían su lugar de siesta en una explanada protegida por plantas espinosas. Mientras las aves y su pariente dormían, los humanos colocaron una malla vegetal en uno de los accesos de la explanada. Cuando despertó, el niño-avestruz intentó huir pero su largo cabello quedó enredado en la enramada.

Corría la década de 1910. Como sucede tradicionalmente en casos documentados de niños criados en estado salvaje, la adaptación de Hadara no fue fácil. Tardó años en aprender a hablar y a socializar con los humanos -sus captores, no lo olvidemos-, pero cuando lo logró se convirtió en un hombre de provecho. Es más, acabó siendo un notable discípulo de un prohombre del Sáhara, el sabio sufí Chej Malainin.

Se casó y tuvo dos hijos, que heredaron algunos tics que su padre aprendió en su larga convivencia con los pájaros. Abba combatió junto a uno de los hijos de Hadara en la guerra contra el invasor marroquí, en 1975: “Inopinadamente desplegaba sus brazos y los movía como si fuera un avestruz y, a veces, también emitía sus sonidos característicos”, recuerda el saharaui, afincado en España.

En los campamentos de refugiados saharauis, se cuenta la historia de Hadara como si se tratara de una leyenda. Pero su historia es tan increíble como real, como documentó el antropólogo vasco Julio Caro Baroja en su prolijo libro “Estudios saharianos”, escrito en 1955, cuando el Sáhara era aún una provincia española.

El niño-avestruz vivió como pastor trashumante hasta los 80 años. Los que le conocieron cuentan que, ya adulto, se internaba con su rebaño largas temporadas en el desierto, aunque nadie sabía cómo hacía para sobrevivir: “Los hombres no lo saben, pero la Naturaleza siempre nos brinda recursos para vivir”, respondía enigmático el hombre-avestruz.

¿Y qué fue de los avestruces? Fueron prácticamente exterminados por los soldados españoles, primero, y los marroquíes, después, que vieron en la majestuosa ave una diana perfecta para sus prácticas de tiro. La Naturaleza brinda generosamente, pero el hombre responde a balazos.


Fuente: yorokobu.es

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