Quizás la leyenda o curiosidad más antigua en el tiempo sea la de que el Cristo Negro de Santa María, por una serie de casualidades, fue un testigo de excepción en la llegada por primera vez a Cáceres de la Reina Isabel La Católica el 8 de mayo de 1477, así como en la visita que realizaron el matrimonio regio el 27 de febrero de 1479, contando con un cicerone excepcional, el noble cacerense D. Alonso Golfín, Gran Maestre de la Orden de Alcántara.
En varias ocasiones salió procesionalmente por motivos de epidemia y sequía, lo que hizo que un número considerable de espectadores ante la proximidad de la imagen optasen por bajar el rostro y mirar al suelo, ya que existía la creencia de que aquellos pecadores que miraran fijamente el rostro del Crucificado, serían castigados con dolorosas cegueras.
Otra leyenda que también está bastante generalizada es la que dice, que quién toca al Crucifijo sin el correspondiente respeto, muere fulminado por una extraña energía. Tal era el temor a través del tiempo, que muy pocos se han aventurado a tocarlo a mano desnuda, utilizando para ello siempre guantes oscuros, no antes sin rezar alguna oración. Es verdaderamente curioso como este temor aún se mantiene en una gran mayoría de las personas que hasta la imagen se acercan. Algunos dudan hasta de besarlo.
Para evitar el paulatino deterioro del Cristo Negro dada se extraordinaria antigüedad, las familias encargadas de su limpieza (con cebolla y vino), ofrecían fuertes sumas de dinero a la gente más humilde para que fuesen ellas las encargadas de esta labor.
En siglos pasados, principalmente durante el XIV, XV,XVI y XVII, todas aquellas personas que se acercaban hasta este Crucificado, lo hacían desde algunos metros antes con la cabeza inclinada o de rodillas, en clara señal de respeto y humildad. Afirmando así los no creyentes que esto era por miedo a que el Cristo los castigase.
Varias familias humildes de pasados tiempos, en el momento de ser requeridos por la justicia de la ciudad, por cuestiones de sangre, pidieron que la sentencia se realizase ante la imagen. Curiosamente la sentencia nunca llegó a cumplirse (Simón Benito Boxoyo).
Es "vox populi", que personas que se han mofado en todo tiempo de esta imagen, han sufrido castigos dolorosísimos o desgracias de todo tipo.
Nos ha llamado poderosamente la atención la aparición de distintos signos y símbolos propios de la religión musulmana y hebrea que se conservan cerca de la imagen que nos ocupa. Al mismo tiempo que hasta nuestros días han llegado varias referencias verbales y escritas que indican que judíos y musulmanes supuestamente conversos estaban activamente vinculados con esta hermandad devocional.Curiosamente durante la década de los años ochenta y noventa del siglo XX varias familias herederas de sefardíes han visitado Cáceres y han querido ver "el Cristo Negro de sus antepasados".
Algo que también ha sorprendido a muchos devotos es que a pesar de los distintos conflictos bélicos que han asolado la ciudad de Cáceres, durante los cuales la imagen ha permanecido siempre expuesta, nada ni nadie la ha hecho peligrar en ningún momento.
Ya más cercano en el tiempo, con la reaparición de la cofradía varios devotos han afirmado percibir un agradable aroma a flores allí en su capilla a pesar de no estar a la vista las mismas.
Del mismo modo tenemos recogidos los testimonios de al menos cinco personas que afirman que durante la procesión de nuestra cofradía, ante la presencia del impresionante Crucificado, varias viviendas que llevaban cerradas, incluso alguna en ruinas, varias décadas, han sufrido diferentes anomalías en lo referente a sus puertas y ventanas.
Dentro del apartado de curiosidades tenemos que contar que en el año 1994, pocos días antes del inicio de la Semana Santa, un cacereño acudió al Alcalde Mayordomo para manifestarle su intención de crucificarse delante de la imagen del Cristo Negro y de esta manera salir en la procesión acompañando a la talla, y de esta manera dar gracias al mismo por los favores concedidos. A lo que naturalmente la Junta de Gobierno se negó por motivos evidentes.
También en distintas fechas del año hasta nuestra ciudad han acudido "peregrinos", procedentes de diferentes lugares pidiendo conocer personalmente al Cristo Negro, condición devocional sumada a su peregrinaje.